En el segundo patio de la Facultad de Filosofía y Letras (Plaza de Cardenal Salazar) sorprendía a la vista una larga vitrina con la maqueta de una ciudad echa de terrones de azucar y hormigas. Era la obra "Principios básicos para destruir" del artista cubano Carlos Garaicoa.
Cuando yo fui, las hormigas ya estaban muertas. No se si "intoxicadas" por tener al alcance tantisima azucar, o por haberse aniquilado unas a otras. Con todas aquellas hormigas retorcidas, muertas y desperdigadas sin mucho orden, el aspecto que daba la obra era una mezcla de morbo y mensaje fallido, ya que a falta de más explicaciones, no se sabía si que las hormigas estuvieran muertas formaba parte de la obra o si en realidad deberían estar vivas. En la foto de arriba, mientras se frota la nuca, el hombre que mira parece pensar "mmm... un montón de hormigas muertas en una ciudad de azucar... pues muy bien".
De cualquier modo, a la obra se le pueden sacar varias lecturas: que con todo lo que deseamos al alcance, no sabemos verlo ni aprovecharlo. O que las ciudades se han convertido en mausoleos para nuestros cuerpos consumidos por nuestra propia avaricia. O bien que aunque estuvieramos rodeados de riqueza (como en esta "ciudad echa de comida"), aún así encontrariamos una excusa para masacrarnos unos a otros (esta última interpretación tiene sentido si efectivamente las hormigas tienen que estar muertas en la obra).
2 comentarios:
y quien le dijo a usted que la obra necesitaba ser explicada?
Gracias por comentar. No es cuestión de explicar la obra por completo, presuponiendo de forma condescendiente que los espectadores son tontos y necesitan una explicación.
Es que las hormigas muertas por allí tiradas daban la impresión de "obra completamente desatendida" que una vez instalada, se han desentendido de ella. De ahí la sensación de "WTF!" al ver que la mayoría de hormigas estaban muertas. ¿Estaban muertas formando parte del sentido de la obra? ¿O bien simplemente se había muerto por falta de mantenimiento de la propia obra?
Seguro que el propio autor, si su idea era que las hormigas estuvieran vivas, le importaría (y bastante) que se murieran y que nadie se hubiera preocupado de dejarlas allí esparcidas encima de su obra.
Han pasado años desde que vi aquella instalación, pero aun recuerdo que tenia el aspecto de "desván abandonado". Por supuesto, esto es solo mi opinión y apreciación personal.
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