Ya desde primera hora, cuando aún no estaban abiertos todos los puestos del Mercado, el de Cetrería ya acumulaba una decena de visitantes que observaban las aves que allí se exponían.
Todas eran especiales por diferentes razones, por su mirada, por su plumaje, por su actitud juguetona o desafiante...
Una de las aves expuestas era el Aguila de Cola Roja. De tamaño relativamente pequeño, su mirada y su actitud aconsejaban cuidarse de molestarla en vano:
Pasando al resto de aves, encontrábamos otras de mayor tamaño y por tanto de mayor peligro para el público.
También estaba el siempre enigmático y soberbio buho, con sus largas cejas y sus profundos ojos anaranjados.
Paseando por el Mercado, un maestro cetrero ofrecía a los que quisieran la posibilidad de sostener (con las debidas protecciones) un águila en sus propia manos.
Tal era el control del cetrero sobre su ave, que la dejaba volar libremente por el Mercado, dejando que se posase en los techos de los puestos y nos mirase desde lo alto.
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